Ruiseñor común Luscinia megarhynchos (Brehm, C.L., 1831)

El ruiseñor común, maestro indiscutible de las aves canoras europeas, tiene un plumaje poco vistoso, pardo sin rasgos remarcables, la cola pardo rojiza, y las partes inferiores más grisáceas, con la garganta blancuzca. Miden poco más de 15 centímetros. Los dos sexos son prácticamente iguales.

Su canto, que puede oírse tanto de día como de noche, tiene varias funciones: primero sirve para delimitar un territorio frente a otros machos, después para atraer a las hembras, que suelen llegar a los lugares de anidamiento unos diez días después, y por último cantan espléndidamente en junio, con la eclosión de los huevos, sin que se haya podido establecer una razón para ello. Tiene una melodía muy musical, variada y potente, con frases ascendentes y otras descendentes.

Lleva una discreta vida en el bosque, escondido entre el follaje, siempre cerca del suelo. Se alimenta de pequeños invertebrados, y ocasionalmente de alguna baya.

La hembra construye un nido de hojas secas forrado de hierba y pelo, en el suelo o cerca de él. La puesta es de unos cinco huevos de color verde oliva, que incuba la hembra en solitario durante unas dos semanas. Los pollos son alimentados por los dos progenitores y dejan el nido unos doce días después de la eclosión. Hasta la muda, que ocurrirá en otoño, lucirán un plumaje pardo con moteado de manchas claras en el dorso y oscuras en la región ventral.

Los ruiseñores comunes crían en Europa y Asia y pasan el invierno en los bosques lluviosos de África tropical y austral.

Rev: mayo-16