Cerdo doméstico Sus domesticus Linnaeus, 1758

El cerdo, que se estima que fue domesticado hace más de 6000 años en las regiones entre las actuales Siria y Turquía, tiene una distribución prácticamente mundial. Se cría en granjas en muchos lugares del mundo, por el alto valor nutritivo de su carne y por ser enteramente comestible, ya sea en charcutería o fresco; también se utiliza su piel en marroquinería y sus cerdas. Además, en algunos lugares, como en Nueva Zelanda, algunas poblaciones han regresado al estado salvaje ("cimarrones"). Su población global se estima en 1000 millones de individuos.

Los cerdos domésticos son animales pesados, macizos, con el hocico comparativamente largo y flexible, las patas cortas con pezuñas. Los machos presentan un buen desarrollo de los caninos, que constituyen sus defensas. Tienen un olfato muy desarrollado por lo que se emplean en algunos países europeos para encontrar trufas en el campo. La piel, gruesa pero sensible, está cubierta en parte de ásperas cerdas y exhibe una amplia variedad de colores y dibujos.

Curiosamente, son los únicos mamíferos que carecen de glándulas sudoríparas, por lo cual es frecuente verlos darse baños de agua o de lodo para regular su temperatura.

Aunque prefieren los vegetales, pueden comer casi cualquier cosa que contenga materia orgánica. En cautividad, pueden llegar a devorar a las crías.

En cada parto, la hembra da a luz a 10 o 12 cochinillos, tras una gestación de unos 115 días. Desde las tres semanas empiezan a interactuar con otros miembros de la comunidad, creando lazos que duran toda la vida.

En algunas sociedades, la carne de cerdo está prohibida por motivos religiosos.

Rev: diciembre-10