Jabalí Sus scrofa Linnaeus, 1758

El jabalí es un habitante frecuente de los bosques. Su distribución se extiende por toda la zona templada de Europa y Asia. Es el antepasado salvaje del cerdo doméstico. Desafortunadamente fue introducido en diversas regiones para la práctica de la caza mayor.

Mide unos 120 centímetros, con una alzada de hasta 65. Las hembras pesan entre 40 y 64 kilogramos, llegando los machos a superar los 90 (con registros puntuales de casi 150 kilogramos).

La cabeza es alargada y de forma cónica, y termina en una especie de callo plano. Los ojos son muy pequeños y negros. El cuerpo es macizo y robusto, con las patas bastante cortas pero muy fuertes, siendo las traseras ligeramente más bajas que las delanteras. La cola es corta. El pie está provisto de dos dedos con pezuña, y muestra dos rudimentos traseros más elevados, con lo que deja una huella muy característica.

El pelaje es grueso y de color negro, pardo o rojizo.

Los caninos del macho están transformados en armas de defensa. Los inferiores son largos y cortantes, mientras que los superiores ("remolones") se curvan hacia arriba, funcionando como una tijera.

Los jabatos son amarronados con tres o cuatro bandas longitudinales amarillentas en cada costado, que desaparecen en pocos meses, pasando a un pelaje rojo bermejo.

El jabalí vive en familias formadas por un macho adulto, dos o tres hembras, la mayor de las cuales es la dominante, y las crías. Cuando un macho adulto es derrotado en una pelea por la posesión de las hembras, se retira a vivir en soledad.

Busca sus alimentos horadando el suelo con su jeta, lo que va dejando rastros característicos. Su principal sentido es el olfato, seguido de su oído. Su dieta es omnívora, e incluye, a veces, maíz de los cultivos, en los que causa importantes daños.

Rev: junio-12