Cucaracha negra Blatta orientalis Linnaeus, 1758

Se trata de una cucaracha de distribución mundial, que aunque esencialmente tropical y subtropical en su origen, ha sabido aprovechar el calor de los edificios construidos por el hombre, para su desarrollo en lugares con climas más fríos.

En la naturaleza, se la encuentra en los bosques y en todos los terrenos que presenten una buena porosidad.

Son de color pardo negruzco brillante. Tienen antenas largas y multisegmentadas. Las patas son también largas y de coloración rojiza, y les permiten correr rápidamente sobre la mayoría de las superficies. Además tienen unos órganos especializados en la parte inferior del tórax que le permiten escalar ventanas de vidrio o caminar por los techos. En el final del abdomen presentan un par de cercos abdominales.

Tienen hábitos nocturnos y, de hecho, huyen activamente de la luz ("lucífugos"). Su régimen alimenticio es omnívoro, sirviédoles cualquier sustancia orgánica.

Las hembras son algo mayores que los machos, alcanzando los 3,5 centímetros, y tienen las alas mejor desarrolladas, aunque no vuelan.

Ponen los huevos agrupados en ootecas, de los que nacen entre 15 y 20 ninfas muy parecidas, aunque de coloración blanca, que con el tiempo se oscurecen tras las sucesivas mudas. Su ciclo de vida es muy variable y está muy condicionado por los factores climáticos, en especial por la temperatura. En condiciones adecuadas, un adulto puede tener un potencial reproductivo anual de más de 200 descendientes.

Se instalan primeramente en zonas tranquilas en los bajos de los edificios, y progresan en vertical, siguiendo los pasos de conducciones y cañerías.

Su peligrosidad deriva del hecho de que puede ser vector de algunas enfermedades, además de que tienen un olor particularmente desagradable y están asociadas a reacciones alérgicas.

Rev: diciembre-10