Gran capricornio de las encinas Cerambyx cerdo Linnaeus, 1758

Este escarabajo propio de nuestros encinares, se caracteriza, como todos los miembros de su familia, por poseer unas largas antenas articuladas. Puede superar los cinco centímetros de longitud, aunque el tamaño puede ser bastante más reducido. Los élitros negros se vuelven de color rojizo-castaño en el tercio posterior. La cabeza presenta fuertes mandíbulas y es rugosa; las antenas tienen once artejos y en los machos sobrepasan ampliamente la longitud de los élitros, mientras que en las hembras no suelen sobrepasar el ápice elitral. El brillante pronoto está surcado por marcadas estrías transversales.

Las larvas viven inicialmente bajo la corteza de robles (Quercus robur), encinas (Quercus ilex) y avellanos (Corylus avellana), pero después se adentran en la madera hasta llegar al centro del árbol. El árbol no muere, pero la madera queda inservible, ya que las galerías tienen el grosor de un dedo. A los tres o cuatro años, las larvas, que han alcanzado hasta diez centímetros de longitud, inician el estado pupal. La pupación se produce en verano, dando lugar a un imago inmaduro, que no emergerá al exterior hasta el comienzo del verano siguiente.

Los adultos no se alimentan, aunque pueden lamer la savia que rezuma de las heridas de los árboles, por ello su vida de adulto es de solo unos pocos días o semanas, siendo de hábitos predominantemente nocturnos.

Se distribuye por el centro y sur de Europa, el norte de África y Asia Menor, y está presente en casi todas las islas del Mediterráneo. Siempre en bosques antiguos en los que no interviene la mano del hombre.

Rev: agosto-17