Crisopa perla Chrysopa perla (Linnaeus, 1758)

La crisopa adulta se caracteriza por sus alas transparentes, apenas teñidas de un verde muy pálido y finamente nervadas, que pliegan a modo de tejadillo sobre su cuerpo. Destacan los grandes ojos saltones de color dorado y diversas marcas negras en la cabeza, el tórax y el abdomen. Alcanzan 10-12 milímetros de longitud y una envergadura alar de 25-30.

Es fácil ver crisopas en verano entrar en las casas atraídas por la luz. Los adultos son hibernantes.

Los huevos de las crisopas tienen un largo filamento erecto mediante el cual se unen a cualquier soporte, en general las hojas de los árboles, cerca de las colonias de pulgones.

Su forma de vida resulta de interés para el hombre, pues se alimenta casi exclusivamente de pulgones, en especial durante su desarrollo larvario, ya que los adultos pueden pasar largas temporadas sin ingerir alimentos.

Las larvas, que son hirsutas, suelen camuflar su presencia recubriendo su cuerpo con diversas partículas. Así se acercan a los pulgones, a los que inyectan un líquido que los deshace por dentro, y les permite succionarlos dejando sólo su dura cutícula de quitina.

Está presente en la mayor parte de Europa, con los adultos volando entre mayo y agosto, en zonas frescas y umbrías.

Rev: mayo-15