Liebre ibérica Lepus granatensis

La liebre ibérica sólo se encuentra en la Península ibérica, al sur de la cornisa cantábrica y del valle del Ebro, y en la isla de Mallorca, donde debió ser introducida por el hombre hace siglos.

Es la más pequeña de las liebres que pueden encontrarse en nuestros campos, no alcanzando más de 40 centímetros de talla y un peso de unos 2,5 kilogramos. La cola mide unos 10 centímetros, más o menos como las orejas. El pelo es corto y de color pardo rojizo, con jaspeado negro en el dorso y blanco en el hocico, las mejillas y la región ventral, cuyo tono blanco sucio se extiende por las patas anteriores y posteriores, en los que forma una banda blanca muy marcada. Los extremos de las largas orejas son negros, al igual que el dorso de la cola.

Muestra preferencia por los espacios abiertos y llanos, llanuras herbáceas o de matorral, y tampoco es infrecuente en los campos de cultivo. Se alimenta principalmente de gramíneas, y también de raíces, bulbos, cortezas y frutos silvestres.

Tienen la capacidad de quedarse muy quietas sobre el terreno, con la esperanza de pasar inadvertidas, pero cuando el peligro está ya excesivamente próximo, dan un formidable salto con toda la potencia de sus patas traseras y emprenden una veloz carrera en la que pueden alcanzar los 70 km/h.

El celo tiene lugar a lo largo de todo el año, aunque está bastante condicionado por la disponibilidad de alimento y la climatología. La gestación dura entre 42 y 44 días. Las hembras pueden retener los espermatazoides y fecundar otros óvulos, de manera que pueden tener dos embarazos diferentes diferidos en el tiempo. También reabsorben los fetos muertos, por lo que se admite que las liebres no sufren abortos. La camada consta de 3 a 5 crías que nacen con pelo y con los ojos abiertos y que son extraordinariamente precoces. Pueden reproducirse tres o cuatro veces al año.

Rev: junio-07