Elefante asiático Elephas maximus Linnaeus, 1758

El elefante asiático está dotado de una gran cabeza, rematada por una trompa larga y musculosa que solo presenta un lóbulo en su extremo; el cuello es corto, casi inexistente; el cuerpo grande y en forma de barril con gruesas patas, con cinco dedos en las patas delanteras y cuatro en las traseras.

Alcanzan una altura de hasta 3,5 metros y un peso de 5 toneladas, siendo, en general, más pequeños que los elefantes africanos de los que también se diferencian por la forma de la cabeza, el tamaño menor de las orejas, el arqueamiento de la espalda y el extremo de la trompa.

Se mueven con soltura en terrenos accidentados y son excelentes nadadores.

Las hembras y los jóvenes se mantienen en manadas que pueden llegar a contar hasta con cien individuos. Las machos se mantienen solitarios o en pequeños grupos de su género; se han visto hasta siete individuos juntos.

La alimentación consiste en hierba, corteza de los árboles, hojas, raíces e incluso pequeños arbustos enteros, por lo que resulta perjudicial para las plantaciones. Un adulto puede consumir hasta 150 kilogramos diarios.

Tienen una única cría en cada parto, tras una gestación de más de ¡600 días!. El recién nacido pesa alrededor de 100 kilogramos y puede mamar durante unos cinco años, aunque a partir de los seis meses empieza la ingesta de materia vegetal. Toda la manada coopera en el cuidado de las crías.

Este elefante ha sido empleado como animal de carga y "máquina de guerra" desde hace milenios. Incluso los ejemplares nacidos en estado salvaje se domestican con facilidad.

Su distribución original se extendía desde el sur de China e Indonesia occidental hasta las costas del golfo Pérsico y el sur de Mesopotamia. Hoy en día la distribución de este elefante se limita a ciertos lugares en la India, Sri Lanka, Indochina y las islas de Indonesia, por lo que se le considera amenazado de extinción.

Rev: enero-12