Lombriz de tierra Lumbricus terrestris Linnaeus, 1758

El cuerpo de la lombriz consta de una serie de anillos (hasta 180) unidos entre sí. Cada uno de los anillos posee una serie de pelos cortos (quetas) que le sirven para desplazarse y que también actúan como órganos sensoriales, de los que carece la cabeza. Suele ser rosado, marrón o rojizo por la parte dorsal y más amarillento en la parte ventral

Suele vivir en terrenos pantanosos y húmedos, bajo tierra, donde se alimenta de materia orgánica en descomposición mientras va excavando galerías.

El importante papel ecológico de las lombrices de tierra ya fue demostrado por Charles Darwin en 1881, con su obra La formación de la tierra vegetal gracias a la acción de la lombriz de tierra. Además de airear el suelo, sus residuos contienen una altísima concentración de nitrógeno, por lo que son un magnífico fertilizante natural.

Las lombrices de tierra tienen respiración cutánea, es decir, toman el oxígeno y se desprenden del dióxido de carbono directamente a través de la piel, por lo que precisan que ésta esté siempre húmeda.

Los anillos del 31 al 37 producen una secreción que forma un abultamiento del cuerpo, llamado clitelo, en el que se almacenan los huevos antes de la puesta. Son hermafroditas con fecundación cruzada. Se intercambian paquetes de esperma a través de un repliegue de la piel, este esperma es reunido con los huevos para que se fertilicen, y después son depositados en una especie de sacos protectores.

Las quetas laterales captan las vibraciones del suelo y posibilitan la huida de la lombriz ante sus depredadores naturales, en especial el topo y diversas aves como el petirrojo.

Es originaria de Europa, pero fue introducida inadvertidamente en los nuevos mundos con los desplazamientos humanos.

En muchas ocasiones, la identificación de las distintas especies de lombrices de tierra requiere estudios genéticos; por ello es probable que algunas de las imágenes incluidas no se correspondan con esta especie.

Rev: julio-22